La conducta ni es anormal ni patológica.

Para el conductismo la conducta como tal ni es anormal ni es patológica; tampoco es correcta y buena o incorrecta y mala. Es susceptible de dicha adjetivación en la medida en que su ocurrencia se da como parte de un sistema de relaciones sociales cuya valoración representa, en lo esencial, la expresión ideológica moral de un complejo proceso social de regulación de las relaciones de poder.

El terapeuta conductual asume la anormalidad del comportamiento referido como problema, pero comparte tal valoración en la medida en que lo hace también el propio usuario o la institución o grupo responsable del usuario, cuando socialmente se le considera moralmente impedido (niños, psicóticos, etc.).
En la medida en que el terapeuta conductual se limita a intervenir exclusivamente en el comportamiento problema, comparte el juicio de valor del grupo social de referencia que califica a dicho comportamiento como anormal o atípico, pero a la vez no intenta persuadir al usuario de las razones ideológicas que fundamentan dicho criterio. Esto conlleva que el terapeuta conductual ejerza su influencia en el supuesto de una moral compartida, que está impuesta, sin él saberlo, desde el momento mismo en que se acepta la existencia a priori de formas de conducta que constituyen en sí mismas un problema social.
Problemas conceptuales en el análisis del comportamiento humano Ribes Iñesta Emilio, recopilador Ed. Trillas, México 1990

Publicado por Psic. Gerardo González Guadarrama

Lic. Psicología Educativa, Universidad Pedagógica Nacional Ajusco. Maestría en Psicología, Fes-Zaragoza UNAM.

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