
La simulación no es un trastorno mental per se, sino que debe entenderse como una condición que es «objeto de atención o tratamiento. En otras palabras, aunque la simulación no es un trastorno mental, presenta claras implicaciones psicológicas.
La simulación se define como «la producción intencional de síntomas físicos o psicológicos falsos o exagerados, motivados por incentivos externos.
Se sospecha de simulación, cuando cualquier combinación de los siguientes indicadores esté presente:
1. Presentación en un contexto médico-legal.
2. Discrepancia acusada entre el estrés o la alteración explicados por la persona y los datos objetivos de la exploración médica.
3. Falta de cooperación durante la valoración diagnóstica e incumplimiento del régimen de tratamiento prescrito.
4. Presencia de trastorno antisocial de la personalidad.