TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL


El postulado fundamental de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es que los pensamientos ejercen una influencia en las emociones y la conducta. Se considera que los individuos responden al significado adjudicado a las situaciones, más que a los eventos mismos.

Estos pensamientos, y no los hechos reales, son los que podrían determinar su estado de ánimo. El objetivo de la TCC se centra en que se flexibilicen los modos patológicos del procesamiento de la información ya que no padecemos por las situaciones en sí, sino por las interpretaciones rígidas que de ellas hacemos.

Estos procesos cognitivos son condicionados por creencias subyacentes que los individuos mantienen acerca de sí mismos, el mundo y el futuro. Las creencias tácitas o esquemas son construidos a lo largo del desarrollo, y funcionan como lentes que guían la percepción, recuperación, procesamiento e interpretación de la información.

Cuando la respuesta emocional o conductual de un niño a un evento es desadaptativa se presume la injerencia de déficits en sus habilidades conductuales, o distorsiones en las creencias y procesos cognitivos resultantes.

Considerar el pensamiento disfuncional en los niños como mal adaptativo, en vez de irracional, es importante, ya que puede resultar problemático considerar como distorsiones cognitivas a las modalidades de procesamiento que son normales a determinado nivel del desarrollo evolutivo.

Otra distinción de importancia es déficit cognitivo, la falta de un procesamiento cognitivo efectivo, observable, por ejemplo, en el niño desatento que se aproxima a un problema de modo impulsivo e irreflexivo.

Por otro lado, Distorsión cognitiva se refiere a la creencia o actitud fundada en una lógica irracional o distorsionada, como podría manifestarse en un adolescente depresivo que sistemáticamente minimiza sus habilidades o el apoyo que recibe de los otros mientras que maximiza o sobredimensiona sus defectos y responsabilidades en eventos negativos.

El objetivo de la TCC se centra en que se flexibilicen los modos patológicos del procesamiento de la información ya que no padecemos por las situaciones en sí, sino por las interpretaciones rígidas que de ellas hacemos.

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